lunes, 14 de noviembre de 2011

Soltar

El afán de control del ser humano es indescriptiblemente inmenso. Sus brazos, pinzas y tenazas se extienden y aferran a todo lo que encuentran, sin que parezca que el ser humano en cuestión pueda hacer algo por dominarlo.

Queremos manejar a nustro antojo todo: el clima, nuestras amistades, posesiones materiales, familia y sentimientos. Pero poco a poco vamos aprendiendo que en realidad, la mayoría de situaciones no son nuestras y que tenemos un sentido de posesión mal dirigido.


Soltar, en este caso, usa su acepción más general en mi experiencia, la cual sería: "dejar ir". ¡Y cómo cuesta hacer eso! El control se resiste al cambio, a la incertidumbre de lo que vendrá después de una etapa a la que ya estabas acostumbrada(o) Algunas de esas ocasiones de desprendimiento se pueden evitar momentáneamente, posponer, pero siempre llega un momento en el que es obvio que las cosas han rebasado el límite y que es hora de una nueva etapa.


La etapa de trancisión puede ser dolorosa, devastadora, sí, pero hay que recordar que generalmente nuestro entorno exterior refleja nuestro interior; que todo lo que das, regresa. Por ello, soltar y dejar de intentar controlar a tu vida supone también dejar de controlarte y juzgarte a ti misma(o). Recordar que las personas son independientes, no una extensión de ti, y que toman sus propias decisiones.


Es como los papás y mamás primerizos que intentan aferrar a sus hijos e hijas con la esperanza de protegerlos de los "peligros" del mundo; sin darse cuenta de lo que hacen los vuelven dependientes e incapaces de tomar decisiones, o por otro lado, llegará un momento en que "el bebé" o "la princesita" dejará salir su espíritu de rebeldía y firmará un acta de independencia forzada. Y es hasta después de unos cuantos años que me doy cuenta de lo difícil que resulta para los pobres progenitores.

Soltar, pues, esa palabra terrorífica, puede significar furia, dolor y lágrimas momentáneaas, pero luego, sólo te queda esperar que, como dice Simba en el Rey León II "Hay que lo que quedó atrás puede renacer mejor que lo que hubo antes, si se le da la oportunidad"


En otras palabras, a veces es mejor dejar que algo muera para que renazca con una nueva luz después.

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