martes, 1 de febrero de 2011

The Last Day



-¿Ya guardaste los calcetines?
-¿Dónde está el estuche?
- Se te acabó la vida buena....
-¡No me diga eso!
-Revisá dónde tenés los zapatos...

La mochila nueva esperando ser llenada, con sus múltiples bolsas abiertas; los cuadernos a medio plastificar, los plumones y colores en sus nuevos hogares.
El menú de la lonchera prendido en la refrigeradora; los zapatos nuevos relucientes de limpios y lustrados. Todos los preparativos hechos con antelación, con cuidadoso detalle... sin embargo, los nervios y la excitación hacen del desorden algo inevitable.

Desde muy temprana hora ha empezado el drama: como una actriz que ensaya, la niña se ha levantado cuatro horas antes que el día anterior; todo sea para que al siguiente día no haya gritos de histeria y de desesperación. Sabe que este año debe cambiar, debe ser diferente. Los malos hábitos tempraneros deben dejarse.

 El día ha transcurrido a toda marcha y tiene emociones encontradas: quiere pero no quiere separarse de las costumbres que adquirió tan rápido; eso hace que se poniga hiperactiva, dar que grite, que brinque y salte como niña chiquita.

De repente, antes de darse cuenta, le anuncian. Su hechizo encantado está a punto de acabarse para dar paso a la gran nueva tarea.

Los últimos momentos de libertad sin disciplina se despiden de ella; ya quiere llegar y saber cuál es su destino, entre las tres puertas abiertas.

Señoras y señores, habéis adivinado: dentro de poco me acuesto, y cuando me levante, el primer día de clases a mí me espera.