sábado, 2 de noviembre de 2013

Con honores



Hace tres años, el 1 de febrero de 2011, estas blancas manos digitaban sobre los nervios de los primeros pasos hacia la vida de noveno grado.
Hoy, esas mismas manos se mueven nostálgicas sobre el teclado, alegres de escribir y dar las gracias, por fin, por los cinco años definitivos de secundaria, y esperan esta vez, ansiosas, el preludio de la graduación de bachiller.

En la despedida de promoción, nuestros docentes tuvieron a bien la brillante idea de proyectarnos la película “Con Honores” (With Honors) y de alguna manera, ese fue el empuje definitivo para redactar esta entrada bloggera.

Cinco años, vida mía, no han sido fáciles. Al igual que Monty, yo llegué al Colegio, en palabras ed uno de mis compas “arrasando con todo”. Tuve todas las perspectivas para suponer que sería, en definitiva, la Primera Bachiller. Y no me enorgullece decirlo, quizás mi prioridad en ese momento era esa.

Los premios y diplomas se sucedieron uno tras otro durante un tiempo. Sin embargo, al llegar el corte en Bachillerato y la entrada simpática y triunfal del estudiantado “de la tarde”, las cosas comenzaron a cambiar.
Hoy, después de los famosos buzones de segundo y sus cartas sinceras, puedo retomar pensamientos de éstas para hacer metáforas sencillas de la transformación que se encargó de mí. Dice una de ellas: “Ele, vos me has humanizado” y yo les respondo:  no antes de que ustedes me humanizaran a mí. La sensibilidad y solidaridad auténticas, más aún, la autenticidad misma, no se puede decir que haya sido esencia mía hasta que llegaron los años bachilleres.

Ciertamente, no soy la más popular; no le caigo bien a todos y los premios materiales, académicos, se fueron poco a poco, ausentando de mi vida, hasta el punto de que en el 2013, no tengo ninguna carta ni diploma firmado por alguna autoridad del colegio.

Tengo cosas, personas y experiencias mucho más importantes.

No desprecio ni juzgo a nadie. Si se interpreta cierto párrafo como “prefería la tarde”, no puedo negar lo cierto de ello. Pero eso no quiere decir que no tenga buenos recuerdos y cariño por el turno en el que elegí estudiar.

Reí, lloré, sufrí, amé, odié, me enojé, fui feliz. Ha sido todo un caleidoscopio de situaciones. Subí a lo más alto de la montaña, y al final, aprendí a disfrutar (después de hacer berrinche porque no quería bajar) la cuesta en bajada con sus piedras, sus flores, sus hierbecillas valientes que crecen entre las rocas. Aprendí a gozar de la pradera de abajo y ayudar a los demás a subir, o más bien, a subir con compañía hasta una vista perfecta tanto hacia arriba como hacia abajo.

No, no me gradúo con honores académicos, pero me gradúo con la satisfacción de haber luchado por un 6.  Me gradúo con la alegría de alternar el liderazgo en una maratón de camaradas.

Mamá, no me gradúo como tú: con novio, dando el discurso de graduación y obteniendo el primer lugar. Pero me gradúo con las carcajadas de haber conseguido, al fin, amistades sinceras y duraderas que me enseñan algo cada día.

Me gradúo con la certeza de haber amado con sinceridad.

Soy bachiller conocedora de que he crecido, he enfrentado a la muerte, me abracé con el amor y ahora tengo una capacidad de escucha y comprensión que antes no tenía. Me gradúo de secundaria sabiendo que ahora soy bastante más de carne y hueso y corazón que antes

Tendré cosas por mejorar, es evidente. Me falta fortalecerme más. Pero voy en paz con la vida y el mundo.
No soy primera bachiller, pero me gradúo con Magna Cum Laude en amistad.

Y aquí está la nómina de algunos de los que tengo el privilegio de acompañar:

Baños Muller, Natalia Beatriz. SCL, Sencillez y Risa.
Oviedo Lara, Melissa Marcela. SCL, Cariño e Incondicionalidad.
Henríquez Urías, Rodrigo Armando. SCL, Confianza y Resiliencia.
Rodríguez Recinos, Víctor Abel. SCL, Diplomacia y Madurez.
Recinos Ruano, Mariana. MCL. Tranquilidad. SCL, Hospitalidad.
Rivas Córvova, Andrea Mabel. SCL, Actuación Escénica; MCL, Liderazgo.
Meléndez Sandoval, Óscar Guillermo. SCL, Solidaridad y Diversión.
Peña Ruiz, Claudia Cristina. MCL, Bondad, SCL, Honestidad.
Ochoa Meléndez, Carolina María. SCL, Fortaleza y Fidelidad.
Vega Ruiz, Eduardo Benjamín. MCL, Baile, SCL, Tecnología.
Vega Díaz, Javier Enrique. SCL, Apoyo. MCL, Simpatía.
Trejo Burgos, Martha Marcela. SCL, Ternura y Aceptación.
Castro López, Nathalia Sofía. MCL, Belleza y Comunicación
Molina, Iván Josué. SCL, Pensamiento. MCL, Transparencia.
Pleités Lemus, Margareth Beatriz. SCL, Sinceridad .
Fernández Castro, Carlos Daniel. SCL, Literatura y Expresividad.
Benavides, Rocío de Fátima. MCL, Amabilidad y Generosidad.
Gómez Quintanilla, José Eduardo. SCL, Perseverancia y Permanencia.
Melgar Murillo, Kendra Guadalupe. MCL, Belleza y Honestidad
Guevara Cruz, Leonardo Antonio, SCL. Dedicación y Humildad
Romero Landaverde, Carlos Eduardo. MCL, Adaptación y Dirección Escénica. SCL, Transformación Escénica.
Hernández Cruz, Sandra Guadalupe. MCL, Disposición a ayudar; SCL, Lindura.

*SCL: Suma Cum Laude. MCL: Magna Cum Laude.

 Por último, sólo queda agradecer de forma especial a mis dos mentores que me han dado la sensibilidad artística y alas para volar.


Rafael Góchez y Nahúm Ulín, muchas, muchas gracias…

sábado, 15 de junio de 2013

Así quiero yo




(Esta canción se me ha pegado hoy y se aplica bastante, je, porque definitivamente solo hay una yo :) )

Hay gente que, si viera la siguiente entrada y de qué trata, se escandalizaría diciendo que semejantes declaraciones son demasiado íntimas y personales para hacerlas públicas (He ahí por qué está archivado en “íntimo y personal”) Incluso una parte de mí está viéndome con ojos espantados mientras mis dedos la redactan
Sin embargo, voy a escribirla. Al fin y al cabo uno nunca queda bien con toda la humanidad y es bueno que el mundo conozca de vez e cuando lo que realmente pensás y sentís acerca de … las cosas.

Definir sentimientos no es fácil. De hecho, por eso son sentimientos. Son emociones, cuestiones tan complejas que no están hechas siquiera para ser descritas. Por eso se confrontan con la razón. Porque hay cosas que sencillamente la mente no entiende.

A lo largo de mi vida he pasado por diferentes percepciones de los sentires que nos ocupan en este momento: cariño, amistad y amor. Primero por la evolución de la persona: obviamente tu visión de las cosas cambia a medida vas creciendo. Segundo, y este es un factor exclusivamente mío: soy una persona que se transforma por naturaleza. Seguro, dirán, es que todos cambiamos. Pues sí, pero vo experimento cambios conscientes y bastante radicales cada dos por tres.

Siempre ha sido así. He pasado de ser una ratoncita tímida a una serpiente enfadada o un león malhumorado o a una flor marchita o a un brillante sol muy a menudo. A veces me pasa varias veces al día. Puede que saque mi fuerza, puede que no… y siento que con cada persona soy alguien diferente.

Algunos lo consideran debilidad, otros fortaleza, otros simplemente cualidad y  otros inseguridad. Admito que soy insegura en muchos aspectos. Pero así soy yo: cambiante “en lo superficial y en lo profundo” como diría la Negra Sosa; pero con una esencia que se mantiene a pesar de todo.

Digo en lo en lo profundo y ustedes se quedan : ¿pero cómo es eso si tu esencia se mantiene? Pues, que mis valores y creencias humanas están siempre ahí, mis sentimientos están ahí, pero cambia mi forma de verlos, evaluarlos y utilizarlos..

Antes, cuando era pequeña y hasta hace relativamente poco, creía que todo 
el mundo prácticamente era mi amigo. Todo el mundo que existía a mi alrededor.
 Quizás era para disipar la sensación de soledad que a veces otorga la unicidad combinada con la primogenitura.

Pero después de largas meditaciones, he logrado establecer cierta escala de cercanía y de cariño. No es que cada nivel sea “mejor” que el otro (ejemplo: no suelo usar el término “mejor amiga”) sino que sencillamente, tiene un papel distinto. En unos hay mayor medida de ciertas cosas, en los otros menor y asi.

Sin embargo, antes de pasar a mi escalado descubrimiento parcial (como ya dijimos mis percepciones evolucionan y cambian) he de dejar claro que un 99 % de las veces siento lo que digo. Trato de ser coherente, aunque algunas veces haga cosas por temor a tu rechazo o finja en alguna medida para “quedar bien”. No obstante, si estamos frente a frente se nota de inmediato o cuando menos, yo me siento asqueada.

Que soy apasionada a la hora de sentir es una gran verdad… pero vamos al grano ya, que me estoy cansando de dar aclaraciones y vueltas:

El cariño es una cosa natural en mí, por lo tanto es realmente difícil que me caigás mal a menos que esté enojada contigo. Y en dichos casos (alguna medida de disgusto o enojo contigo) aunque me sienta chica mala, evadiré tu presencia y tu palabra lo más posible; no soy amiga de enfrentamientos y peleas.

Decir que “me llevo bien con alguien” no significa necesariamente 
un gran nivel de cercanía. Es más bien decir: sí, podemos trabajar juntos, hay simpatía y nos caemos bien… o “no hay choques”.

Por cierto, si en algún momento te digo que me caés bien, al menos en ese fortuito momento, es cierto. Nunca miento cuando lo digo. Lamentablemente, conmigo es más perecedero el “me cae mal”. Me resulta más difícil cambiarte de percepción en ese caso.

Decir que “me llevo” con alguien (nótese la diferencia con la categoría anterior) expresa mucha más cercanía y confianza. En otras palabras, te hablo bastante más. Hay personas que introducen como factor el tiempo, pero en mi caso no necesariamente es así. Podés pasar varias horas diarias conmigo y no necesariamente ser mi compinche y confidente inseparable.

Si te digo que te quiero es cierto… pero ojo con ello: puede ir de lo mínimo hasta antes del “te quiero mucho”, si este no se ha dado aún. Pero denota menos confianza y menos… soltura y comodidad que lo que sigue.

Si te digo que “te quiero mucho” significa que confío en ti, que valoro mucho tu amistad y que te soy lo más leal que puedo.  Prácticamente es ya mi declaración de amistad total J aunque nos fala un “nivel” por especificar.

Si te digo que “te amo” no bromeo con ello: lamentablemente esta frase se ha comercializado, materializado y cerrado mucho a las relaciones de pareja o de noviazgo. Uno puede amar a sus amigos y amigas, sí. Porque amar significa ver la luz en el otro permanentemente y aceptarlo tal y como es. (No AGUANTARLE todo, que es otra cosa) Velar por su seguridad y su felicidad. Que saquen lo mejor de sí recíprocamente, que haya franqueza y perdón entre ustedes.

Las personas que amas te sacan algo tan sublime y tan profundo que no lo sabes explicar, una especie de ternura inexorable y una incondicionalidad casi absoluta, o puede que sin el casi.



Si te digo que te amo, es que daría por ti la vida. Y si vos me lo permitís, lo dirá mil veces al día y te lo demostraré siempre. Decírtelo depende de la apertura que haya en vos también, pero eso sí; si te lo digo tené por seguro que has conseguido mi amistad para toda mi vida.

¿Puedes cambiar de categoría? Sí, lo siento. Y te diré por qué: por la confianza.  Claro, también puedes cambiar de lugar positivamente y quizás quedarte ahí, pero para mí tu lealtad y tu sinceridad son muy importantes.
Si alguno de nosotros dos ha cometido un error, el perdón es importante: tanto tu capacidad de pedirlo como de darlo. Que me pidas perdón por haberme herido vale mucho para mí.


Si alguna vez pierdes mi confianza, es importante que te des cuenta. Te costará volverla a ganar, pero es posible.


No sé del todo por qué publico esto, la verdad. Quizás sea una manera consciente de reconocer mis percepciones y puntos de vista, y ser lo suficientemente valiente como para mantenerme firme una vez salgan a la luz.

Para mí es fácil querer y suele ser difícil porque la mayoría de ustedes quiere en proporción al tiempo de conocimiento. Qué puedo decir, así soy yo. Es yuca, sí, pero como mi querido padrino dice… ¡zóquela!

Puedo parecer simple, pero no lo soy… en fin











jueves, 13 de junio de 2013

Verde Esmeralda


Feliz cumpleaños, Esme.


Eras rellenita. Blanca (eso dicen las fotos tomadas) y de carita redonda, el pelo negro y liso te llegaba hasta los hombros, o quizás un poquito más arriba, porque nunca te lo agarrabas con nada. A lo sumo, una diadema llegaba a adornar tu pequeña cabeza.

Y nunca fallaba una enorme y simpática sonrisa floreciente en tu cara. Al menos para mí.

Eras mi compinche. Supongo que la amistad inició de manera instantánea, así como ocurren las cosas más bonitas a esa edad. Las dos somos hijas únicas, nuestros cumpleaños ocurren muy cerca y a lo mejor nos gustaban las mismas cosas. Eso es casi seguro, porque éramos inseparables.

Nunca nos peleamos. O quizás sí. Pero todo quedaba solucionado con un perdón y un te quiero implícito en un abrazo.

En los recreos comíamos juntas. En las excursiones hablábamos y jugábamos. Vos me cuidabas. Sí, lo hacías. Más de alguna vez te peleaste con alguien al defenderme.
Mi mano siempre estuvo en la tuya. Así, si yo me caía, nos caíamos las dos. O si no, después de reírte, me ayudabas a levantarme.

Ibas a todos mis cumpleaños. Nuestras mamás se hicieron amigas. Hasta fui a tu casa una vez; todavía me acuerdo del sentón que me di al llegar. 
En la Feria de Agosto, bien llamada CONSUMA, intentaste convencerme de que me subiera al Gusanito; tuvimos la suerte de encontrarnos allí, no me acuerdo si por casualidad o por planes.

Si lo lograste es algo que no recuerdo tampoco; como sea, mientras nuestras mamás platicaban, optamos por jugar escondelero.. hasta que nos dijeron que nos estuviéramos quietas, que no se alejen, se nos van a perder.

Jugando, jugando, creciendo juntas, las mejores amigas sin decirlo. No había facebook, ni Twitter.. apenas estábamos aprendiendo las partes de una computadora. Pero no lo necesitábamos. La mica, ladrones y policías, o simplemente correr por correr y reír por reír. Niñez y cariño. Eso éramos.

Luego te fuiste, el Liceo te llamó. No sé si te lloré, te soy sincera. Fue horrible caer en la cuenta de que no te volvería a ver, eso sí. Pero aún así… aún así se conservó la esperanza de encontrarte otra vez.

Porque tenía la certeza de que eras mi amiga y que siempre ibas a serlo.

Doce años pasaron sin tregua…
Cierta semana me acordé de un papelito refundido que tuvo tu teléfono alguna vez y dije “¡Esmeralda! ¿Qué habrá sido de vos…?”
Y de pronto: ¡Sorpresa!
Una semana después…
-Adiviná a quién me encontré…- me dice mi mamá con una sonrisa pícara
-No sé, ¿a quién?-
-A la mamá de Esmeralda…-
Si hubiera estado comiendo algo, lo escupo sin “darte paja”
Y entonces se me vino una avalancha de recuerdos…

Cómo hice para mantenerte es algo que ni yo puedo explicar: los años pasaron, la vida tuvo que seguir y no volví a saber directamente casi que ni una palabra de vos.
Me acordaba (y me acuerdo) de vos siempre que mencionaban tu nombre, infiltrado en alguna frase común, hasta cuando hablan del pókemon esmeralda. Sin embargo, estabas tan bien guardada, que había perdido los recuerdos felices de la infancia. Que no recordaba la inocencia  de aquellos tiempos. ¡Que no me daba cuenta, por Dios, que sos la prueba viviente de que una amiga de verdad nunca se pierde si no hay algo que indique lo contrario!

Que siempre estuviste conmigo… y que aun ahora que mis plumas son verde perico, el sol les habla de vos, se acuerdan, cambian de tono y por un segundo…
se tornan Verde Esmeralda.


Te quiero muchísimo, amiga mía. Feliz cumpleaños.