martes, 27 de enero de 2015

"Del Asfalto", sus cuentos y conexos


Cuando uno conoce a una persona, suele forjarse cierta imagen respecto a ella. Aplìcase esta costumbre, con mayor naturalidad, a dos personas en la relación alumno-maestro, sea èsta en buenos términos o no tan gratificantes.

Mi primera reacción al empezar a leer el libro que hoy comento fue de absoluta sorpresa. Rafael Francisco Gòchez, para quien cruce por aquí y no lo sepa, fue mi profesor de Letras a lo largo de mi séptimo grado; lo considero un mentor y amigo personal a quien agradezco muchísimo su presencia. Y aunque esta aclaración no parezca guardar relación con “del asfalto”, del carácter que le he conocido en mi pequeño camino con èl es que surge mi asombro.

Cierto es que el libro fue escrito hace ya algunos años, allà por los noventas, cuando al parecer era mucho màs joven y desinhibido de lo que me hubiera imaginado. Lo que me impacta màs es la libertad, la jocosidad realista y la apertura con la que trata temas desde el sexo, las hormonas alborotadas adolescentes (y los “temas” que le pueden agarrar a uno en esa época), pasando por la sencillez y fantasìa del último cuento y la filosofía de la vida y la muerte hasta la crìtica al dolor y la violencia de la realidad nacional.

Esperaba desde pasar la primera pàgina, su caracterìstico humor sarcástico y hasta satírico en algunas ocasiones y no me decepcionò. Los subtítulos de las secciones del libro me produjeron una carcajada seguida del consiguiente meneo de cabeza: “Ah, Gòchez”. Revivì sus clases  en “Clase de literatura” y me emocionè hasta las làgimas en uno que otro trozo romántico de la obra. Recordè o imaginè películas intergalàcicas con “Involuciòn”. Y casi llego a vomitar en otras escenas. En fin,  para enfatizar y no redundar tanto:

Un verdadero collage que lo lleva a uno en un viaje entretenido, crudo, divertido, dramático, realista, sencillo y complicado, Algo asì como un experimento friamente calculado (y de hecho, no mandemos a volar el “experimento” entre sus páginas que aùn no termino de entender) Un pastel bastante exòtico con su toque salvadoreño. Un muy buen libro.


Ahora, sòlo me queda reemprender la búsqueda afanada de mi ejemplar, pues creo que èste, asustado por la voracidad de mis asedios, se ha escondido en alguna parte recóndita de la casa para escapar de una maratòn de lectura.

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